viernes, 30 de abril de 2010

Desmentida

Irma no tiene mano verde.

Le gustan las plantas, pero no les dedica verdadera atención. Cuando alguna se le muere y le queda el hueco, compra otra.

domingo, 18 de abril de 2010

Hacía tiempo que lo sabíamos

La hija mayor de Irma y Orlando estudia derecho, contabilidad o administración de empresas en una universidad privada.

viernes, 9 de abril de 2010

La solidaridad empieza por el negocio

Orlando toma a su negocio como una manera de ayudar al prójimo. A sus amigos, para ser más exactos. Suele emplear como cadetes a muchos hijos (o sobrinos) de sus amigos, que son quienes les pagan el sueldo a sus propios chicos. Orlando se limita a hacerles el favor de soportarlos de 10 a 20 para que no estén en casa molestando ni dando vueltas por ahí.

Que no les pague de su bolsillo no implica que Orly no les haga sentir el rigor ni se queje porque "están todo el día con el celular". En el fondo, la idea es esa: hablar mal de los chicos con sus amigos y decir que son unos vagos, que hay que repetirle todo mil veces y que caminan arrastrando los pies.

martes, 6 de abril de 2010

Irmi y Liz

Así como Irma y Orlando se conmueven cuando un famoso pierde un hijo, Irma, que es tan romántica, se aflige cada vez que ve a Liz Solari en la propaganda de bandas depilatorias. "¡Pobrecita! ¡Tan rica chica!", dice, y se pregunta cuánto tardará en poder volver a enamorarse.

sábado, 3 de abril de 2010

Dilemas de Orlando

Irma, Orlando y los chicos van a pasar el fin de semana largo afuera, a unas cabañas, por ejemplo en Luján. No pasan ni dos horas antes de que el varón le pide a Orlando el auto para ir al pueblo. Orlando lo pesca al vuelo, pero se hace el boludo: "¿Para qué querés ir al pueblo?" El pibe confiesa que quiere un cyber. "¿No podés pasar un día sin meterte en internet?", dice Irma, entre el reto y la preocupación. "Acá no hay internet", dictamina Orlando, cerrando la cuestión.

Orlando se queda pensando que de todos modos debería repasar con él las clases de manejo que le dio en las últimas vacaciones. Pero le da miedo que le afane el auto en un descuido. Y como no puede admitirlo ni para él, se limita a esconder la llave y en ese fin de semana largo no hay clases de manejo para ninguno de los tres, por más que la menor se lo pida.