lunes, 29 de septiembre de 2008

Irma y la charla sobre el clima

Cuando se nubla y parece que está por llover, Irma dice que el tiempo se "descompuso".

Incumbencia

La lectora (y amiga personal) Cata nos cuenta que su Orlando particular* tiene la costumbre de responder a cualquier cosa que le dice Irma: "¿Y qué querés que haga?". Como si nada en el universo fuera de su incumbencia.

Un ejemplo:

IRMA: Se quemó el tubo [fluorescente].
ORLANDO: ¿Y qué querés que haga?

Otro:

IRMA: Vamos a cortar la torta.
ORLANDO: ¿Y qué querés que haga?

Asterisco: El Orlando de Cata se llama Coco. Hubiera querido preservar su identidad, pero ese apodo me pudo.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Irma & Johnny

Irma pasa frente a la tele, donde sus hijas miran la peli "Ed Wood", y exclama: "¡Qué jovencito está Johnny Deep!".

Irma dice Johnny Deep, no Depp.

Y sí, un poco le gusta, como a las hijas. No estarían mirando esa peli tan rara ni ninguna otra de Tim Burton si no fuera por él.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Mi amiga Irma

Así como el otro día posteé sobre el comentario irmístico de una alumna, hoy quiero compartir una anécdota que hace poco me contó una amiga y que también tenía mucho olor a Irma.

Resulta que esta queridísima amiga, de quien no revelaré ni siquiera sus iniciales, tiene una profesión, de la cual tampoco daré indicios. Año a año, cuando se acerca la fecha en la que se celebra su profesión, ella se ilusiona con que su pareja le haga un regalo. Como ya se llevó unas cuantas desilusiones (con sus consecuentes peleas), ella este año dio aviso de que pretendía un regalo, como todos los años, para esa fecha, que a ella le resulta tan especial. Para no romper la costumbre, su pareja no le dio un paquete con un moño en ese día, ella se volvió a enojar y la escena telenovelesca no tardó en llegar.

Creo que a Irma le pasaría lo mismo.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Irma y Freud

Irma fue a la psicológa.

Así decía ella, "ir a la psicóloga". No hacer terapia ni mucho menos analizarse.

Fue un tiempo, habló mucho, escuchó mucho también y trató de aplicar en su vida lo que entendió que eran consejos de la profesional. En esa época era muy frecuente el latiguillo "La psicóloga me dijo que..." para arremeter contra Orlando. Decía, por ejemplo: "La psicóloga me dijo que tengo que pensar más en mí".

La psicóloga había sido elegida a dedo de la cartilla de la obra social, pero a Irma le gustaba y siguió yendo en forma particular una vez que se acabaron las sesiones que cubría su plan. De más está decir que no llegó a hacer diván. En algún momento se cansó porque no veía resultados y dejó de ir, pero siempre está a punto de retomar.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Kiosqueros

El viernes a la noche, estábamos antojados de helado de kiosco. En un comercio del ramo, sobre Medrano, atendía un matrimonio de unos setenta años (de edad, no de matrimonio).

Ella nos preguntó con bastante mala onda qué queríamos. Helado, dijimos desde atrás de la reja. Él fue hasta la heladera y con paciencia nos fue cantando cada gusto de Epa y Conogol, con sus coberturas y sus salsas. Cuando vio que la descripción no nos alcanzaba para tomar una decisión, nos acercó los diferentes helados hasta la reja para que eligiésemos.

Hasta ahí no sospechamos nada, pero cuando ella le preguntó, vigilante: "¿Qué llevan, Humberto?", supimos que estábamos ante una versión en persona de Irma y Orlando.

¿Cómo llegaron a esto?

Los años pasaron, los chicos crecieron y se fueron, Orlando cambió de rubro y se puso el kiosco, muy bien no le fue e Irma no tuvo más remedio que dar una mano. Rápida, se parapetó en la banqueta, detrás de las golosinas y debajo de los cigarrillos, y desplazó a Orlando al fondo. Pero la atención al público no es lo suyo. Está obligada a relacionarse con gente que no elegiría y no lo tolera. (Recordemos que Irma es ama de casa). Para colmo, cree que Orlando lleva mal el negocio, peor, que siempre lo llevó mal y ella no supo darse cuenta a tiempo, y eso ocasionó peleas cruentas hasta que Orlando bajó los brazos y se entregó.

Pero aunque ahora es la que lleva los pantalones también en el negocio, o quizás precisamente a causa de esto, Irma está amargada. Orlando no sabe qué hacer para que recupere la vivacidad de siempre. Extraña la época en que tenía que decirle "Cómo hablás, Irma". Multiplica esos gestos solícitos que en otra época hacían que Irma se sintiera halagada (pelarle la fruta, secar los platos), pero a ella le parece que esas atenciones no difieren de las que le brinda a los clientes. Se cansó de querer que Orlando haga algo más y no terminó de aceparlo tal como es.

Irma está resentida y Orlando, perdido. Ya ni discuten. Las horas pasan lento en el kiosco y mucho más lento de noche. Y encima estos dos locos que no saben qué helado quieren, a esta hora de la madrugada y con el frío que hace.

martes, 16 de septiembre de 2008

Irma y Titanic

"Cómo te enamora el final de 'Titanic', con esa musiquita", me dijo la semana pasada Daniela, una alumna, y automáticamente pensé que esa frase la podría haber dicho Irmita.

martes, 9 de septiembre de 2008

Reloj

Orlando usa un reloj grande con malla de metal. Hace añares que lo tiene y aunque Irma le insiste que se modernice, él no lo cambia. Está tan encariñado que a Irma ni se le ocurre regalarle uno nuevo.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Galanes

(Esto iba a ser un comentario en respuesta a los de SritaM, Cata y La Oveja, pero se hizo largo).

Para Irma, Raúl Lavié es un viejo choto. Eso de hacerse el lifting en el programa "Transformaciones" junto con su mujer, le pareció un mamarracho. Además, la cara de operado que le quedó no le gusta nada.

Sandro la calentaba de joven. Pero nunca llegó a ser una de sus "chicas". Mucho menos ahora que el Gitano está tan enfermo. Eso la deserotiza. Sigue con interés y preocupación las noticias sobre su salud, pero ya no es lo de antes.

En cambio, Osvaldo Laport... Desde "Más allá del horizonte", se vio todas sus telenovelas y tiras. Si sale en la tapa de alguna revista de chimentos, se la compra. Para un aniversario, le regaló a Orlando un frasco de perfume "Osvaldo Laport" que él, obvio, nunca se puso. Sueña que Orlando la sorprenda con entradas para un concierto, ahora que Laport canta, pero en el fondo sabe que es una ilusión.

(Irma siempre espera que Orlando la sorprenda con algo).

Lo más gracioso es que Irma cree que su fanatismo no se nota. Cuando las hijas la cargan, niega todo.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Pelando fruta

Orlando puede parecer muy frío, preocupado por su trabajo o cascarrabias, pero también tiene algunos gestos que hacen que Irma se sienta querida. O bien, como dice ella, "se vuelva a enamorar". Orlando no es un gentleman, pero tiene lo suyo.

Uno de sus gracias la desarrolla en un simple ritual que se da al finalizar cada comida en casa. Orlando se levanta de la mesa, elige algunas frutas y las pela para toda la familia. Sus hijos suelen rechazarle la oferta, pero a Irma le encanta ese gesto y acepta, feliz. La manzana la corta en cuartos, mientras que a la pera y al durazno los corta en rodajas desiguales.

Cada tanto, Irma le vuelve a sugerir que use un cuchillo limpio y un platito de postre, pero Orlando casi siempre se olvida de ese tipo de detalles y vuelve a usar el mismo cuchillo con el que cortó un matambrito y deja las cáscaras sobre los restos de comida.

lunes, 1 de septiembre de 2008

El único

Orlando es el único hombre con el que Irma tuvo sexo.

Irma era muy jovencita cuando empezaron a salir (Orlando, obvio, es varios años mayor). Se casaron bastante rápido porque los padres de ella la tenían cortita. Pero no vayan a creer que llegó virgen al altar. "¿Pensaban que Irmita era boluda?"

A veces Irma fantasea. Se pregunta cómo serán otros hombres en la cama. Se calienta. Y ya piensa en Orlando y en las cosas que le va a hacer cuando vuelva del negocio.