Se sabe que Orlando tiene un hambre voraz. Come mucho, siempre. Y en ese ritmo vertiginoso, casi canibal, no hay tiempo para sutilezas, ni para el diálogo. Cuando se come, se come. Todo el resto, se verá cuando el plato esté vacío.
Por eso, cuando Orlando tiene algún comentario sobre lo que comió, lo hace una vez que ya lo está digiriendo. "Estaba un poquito frío", puede decir, mientras se limpia la boca. "Orly, me hubieras avisado antes y te lo calentaba", lo reta Irmi.
lunes, 11 de mayo de 2009
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