Irma y Orlando en persona, en el remate de San Andrés de Giles:
Orlando es grandote, de pelo entrecano medio largo y boina (es un Orlando de campo). Irma tiene mucha pinta de tana del norte, pelo corto rubión, ojos claros, delgada, bastantes arrugas (consecuencia del sol) y crucifijo de plata.
Están en el remate de San Andrés de Giles. Siempre compran o venden alguna cosa.
Irma se paró al lado de un lote que se ve que le interesa: unas cuantas macetas de plástico, una regadera amarilla, dos mangueras. "¡Qué lindas macetas!", le dice a su Orlando. Pero él no le contesta. Andá a saber en qué está pensando. Si en la máquina de cortar pasto que tiene cortado el cable, o en las estanterías metálicas que puede llevar de a pares o de a una. Cuestión que no pesca la indirecta. Faltan cada vez menos lotes. Irma mira a su Orlando buscando un contacto visual que no se produce. Él sigue hipnotizado por el martillero. "20, 22, 24, quién da más". Llegan al lote de las macetas. "Arranque en 10", dice el martillero, pero Orlando no se da por aludido. Irma baja la cabeza. "No va más". Una vecina se lleva las macetas.
Seguro que esta noche le recrimina: "nunca comprás nada para mí, Orlando".
domingo, 22 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Yo la entiendo a Irma, es tan feo volver de un remate con las manos vacías. Además, unas macetas siempre vienen bien. Fijate vos, que hoy no tengo dónde replantar mis geráneos.
Esa Irmi no tenía mucha cara de hacer escenas.
Típico del incomprendido Orlando. No entiende los mensajes implícitos. Con Orlando hay que ser claro y categórico.
Publicar un comentario